‘Nosferatu’ con el reparto y el director, Robert Eggers
Ya he confesado en otras ocasiones que no soy el mayor aficionado al cine de terror, ya que soy bastante cagueta. Pero mi primer Drácula fue Christopher Lee. Tengo vivos sus ojos y labios de rojo sangre y sus muecas de horror. Jamás vi una película entera, solo algunas escenas en reportajes de cine o mientras hacia zapping. Luego, en el colegio, nos dieron como tarea obligada leer la novela de Bram Stoker y nació una pequeña obsesión. Más que una novela de terror, me pareció una intensa historia de amor que trascendía el espacio y el tiempo. De allí salté a Anne Rice y su 'Entrevista con el vampiro', que reveló un componente homosexual fascinante. La adaptación al cine de Neil Jordan potenció ese elemento que, en plena adolescencia, me atraía enormemente, pero para mí, el Drácula de Francis Ford Coppola sigue siendo la película perfecta. El director fue fiel a esa historia de amor, sin olvidar lo que hace de la obra de Stoker un referente del terror, y además, le sirvió para hacer un homenaje al cine con una dirección artesanal y despojada de efectos digitales.
A pesar de mi aprensión hacia el género, me senté en el pase de Nosferatu, en Nueva York, con casi todos los deberes hechos. Me faltó revisar el Nosferatu original de 1922, dirigido por F. W. Murnau, que en el fondo es una adaptación no oficial de Stoker. Mi interés era extremo porque Robert Eggers me parece un director fascinante, especialmente después de ver El faro (2019), donde demuestra un gusto exquisito por la composición de imagen y el desarrollo de las escenas. Fusiona con inteligencia una historia fantástica de terror, al más puro estilo de Edgar Allan Poe, y le insufla la imaginería del cine expresionista. De ahí que pensara que la nueva adaptación de Nosferatu le iba como anillo al dedo.
Hace unos días, asistí a un pase donde el director y el reparto compartieron sus impresiones sobre la historia y los personajes. Eggers habló del reto de hacer suya una historia ya tratada múltiples veces. De hecho, ese pensamiento no abandonó mi cabeza a lo largo de la proyección. Quizá porque conozco la historia al dedillo y el director es muy fiel a ella, me pregunté qué sentido tenía esta nueva versión. Eggers se explica: “Intenté ser lo más fiel posible a Murnau, incluso en esos momentos en los que me desvié de su obra. Por ejemplo, Murnau convierte a Ellen en la heroína de la historia en el último acto y pensé que sería una buena idea expandir esa idea y darle un protagonismo central a lo largo de toda la película. Si lo vemos todo a través de sus ojos será más complejo emocional y psicológicamente”. Ciertamente, el final me dejó sobrecogido. Su intensidad me pilló por sorpresa, quizá porque a lo largo de la película no sentí esa conexión entre Ellen y Nosferatu.
En mi misión de no saber mucho de la película que iba a ver, logré olvidar que el chupasangre estaba interpretado por Bill Skarsgård hasta ver los créditos finales. Claro que está irreconocible. Es como si el Drácula de Coppola nunca hubiera dejado su forma momificada inicial. Eggers quiso ser fiel al vampiro original. “Me encanta la interpretación de Max Schreck en Nosferatu. Es icónica. Pero él es más bien una criatura. Bill es un vampiro de folklore. Quería que diera miedo y recreé la figura de cuando la gente creía verdaderamente en vampiros. Él es un ser humano, pero uno muerto”.
Skarsgård revela que el director escribió una biografía del Conde Orlok que se transforma en Nosferatu, y solo la compartió con él. “Me fue muy útil para construir el personaje. Me la dio mucho antes de empezar el rodaje, como dos años atrás. También me sirvió un dibujo digital de Orlok que se parecía muchísimo a lo que habéis visto en la pantalla. Es poco habitual trabajar con un director con una visión tan precisa de la historia. Como actor, son herramientas de gran utilidad”. Eggers añade que hizo lo mismo con todos los personajes, creando historias y escenas que sabía que no saldrían en la película. “Era una forma, aunque suene terrible, de tomar posesión de la historia”. Otro de los elementos que Skarsgård trabajó a fondo fue su voz, que es verdaderamente terrorífica y que, en la versión original, se escucha sin efectos especiales. Tiene mucho mérito. Lo explica el mismo actor: “No quería que sonara como mi propia voz, pero ni siquiera que fuera humana. Así que intenté crear capas incorporando su forma de respirar. Llegué a ella grabándome y escuchándome una y otra vez. Intenté perfeccionar ese sonido hasta encontrar el que utilizo.”
Lily-Rose Depp en una imagen de ‘Nosferatu’ (2024)
Desde su reino, en Transilvania, Nosferatu se aparece en los sueños de Ellen, interpretada con mucha intensidad por Lily-Rose Depp, que tiene un rostro casi calcado al de su madre, Vanessa Paradis, más que al de su padre, Johnny Depp. En ese estado febril en el que tiene alucinaciones y le parece hablar con el vampiro, Depp se contorsiona en la cama y siente unos espasmos que Eggers aclara rápidamente que fueron el resultado del talento de la actriz, sin ningún truco de postproducción. Depp destaca la meticulosidad del director. “Fue un gran aprendizaje. Lo tenía todo planificado con storyboards. Todo era tan preciso que requería que mi interpretación también lo fuera para encajar en esa estructura.”
Willem Dafoe en una imagen de ‘Nosferatu’ (2024)
En la película aparece también Willem Dafoe en su tercera colaboración con Eggers. Dafoe interpreta al profesor Albin Eberhart Von Franz, o sea, el Van Helsing de Stoker. Como en la película de Coppola, cuyo personaje fue interpretado por Anthony Hopkins con cierta extravagancia, algo que enfureció a algunos fans, el profesor introduce algunos de los elementos cómicos de la película, que tiene pocos. Dafoe refuerza la idea del detallismo de Eggers. “Sacas mucha información del guion porque está todo muy especificado. Además, Robert es un director como pocos. Hay algunos a quienes solo les interesa una parte de la película: el rodaje o los actores o la historia. Robert lo tiene todo. Además, se rodea de un equipo técnico con el que ha trabajado muchas veces y se coordina para realizar su visión.”
Nicholas Hoult perdido en el laberinto del castillo de ‘Nosferatu’ (2024)
El cuarteto se completa con el personaje de Thomas, el marido de Ellen y el agente inmobiliario que tiene como misión cerrar el trato de la compra de una casa en Alemania para el conde Orlok. Nicholas Hoult (todavía me cuesta creer que sea el renacuajo de Un niño grande (2002)) le da vida al personaje y, en el pase, explica cómo Eggers lo empujó a ir hasta lo más profundo de su papel. “Analicé la sensación de miedo y me di cuenta de que es algo que internalizo y nunca expreso hacia afuera. Hubo un par de días, durante el rodaje de las escenas del castillo, en los que Robert me animó a ir más allá. Y repasé las escenas buscando los elementos que reprimía para mostrar el terror que sentía. Fue algo muy catártico”.
Faltaron en la proyección Aaron Taylor-Johnson y Emma Corrin, que forman la pareja amiga de Ellen y Thomas y que es arrastrada en ese mundo de horror. El trabajo de los actores es formidable. Transmiten muy bien esas sensaciones de las que habla Hoult. Depp está especialmente desgarradora y Skarsgård construye un vampiro memorable. Le ayuda no solo la voz que supo encontrar, sino el equipo de maquillaje que le viste con una piel de muerto viviente. Creo que es una muy buena película. Mi único reparo es que, como todos los remakes o reinterpretaciones, se me hizo un poco repetitiva. Insisto, tengo el Drácula de Coppola grabado en mi cerebro y anticipaba las historias, escena por escena. También me falló esa conexión entre Ellen y Nosferatu, lo cual es un poco frustrante porque es el corazón de la historia. Me creí más la relación entre Mina y el conde Drácula de, nuevamente, Coppola. De todas formas, ese final en la cama, en el momento en el que el sol asoma por la ventana, fue un auténtico clímax emocional. Me sobrevinieron todas las emociones que se resistieron a lo largo de la película. Por eso creo que necesito volver a verla para poder ponerla en su sitio. Sea como sea, es una historia inmortal que merece ser vista en el cine.
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